
Abril de 1997
Un país se integra a través del conjunto de sus instituciones y éstas, a su vez, se componen por ciudadanos. La república tiene básicamente tres instituciones que la modelan. Hablamos de los tres poderes fundamentales que emanan de la Constitución Nacional, es decir, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Cuando alguno de esos poderes o el conjunto de los mismos no funciona, o lo hace con deficiencias de orden moral o ético, es posible asegurar que esa integración desaparece y, como contrapartida, se produce la desintegración. Si tomamos en cuenta esta premisa es posible asegurar que Argentina es un país desintegrado.
Es duro asumir esta realidad que se evidencia cotidianamente a través de denuncias públicas de inmoralidad que alcanzan a miembros del gobierno, de diputados, de senadores y de jueces.
La pregunta entonces es ¿puede revertirse esta situación?
Y la respuesta tiene que ver con las condiciones subjetivas del conjunto de la ciudadanía. Esto es, si queremos volver a integrarnos.
De ser así debemos tomar conciencia que esto sólo se logra a partir del desarrollo de la cultura y la educación.
Y si bien cada hombre y cada mujer debe poner en esto un interés mayúsculo en defensa de su patrimonio cultural y educativo no es menos cierto que todos deben preservar el incremento de estos valores en la niñez y la juventud.
Sólo así queda la esperanza de que las futuras generaciones puedan surgir incontaminadas de ese flagelo de inmoralidad -y de descrédito - que nos acosa.
Pero también el conjunto de la ciudadanía debe efectuar las presiones necesarias para que, desde esa base piramidal, los funcionarios que se encuentran en la cúspide del poder fuercen la marcha de los mecanismos reales para alcanzar este objetivo.
Debe considerarse que en este estado de desintegración no caben las palabras sino los hechos.
Algún gobernante dijo que la cultura y la educación son el espíritu de un pueblo. Debemos creer, en consecuencia, que ese espíritu popular no resulta gravitante para el desarrollo del país en la medida que no se ponen en práctica las condiciones para su elevación.
Como ejemplo cabe citar que la Comuna de Malvinas Argentinas posee Secretarías de Gobierno, Salud, Hacienda, y después, en un segundo rango de importancia, un Departamento de Cultura y Educación. Nos duele sostener que ese criterio burocrático es la expresión del sentimiento de nuestros gobernantes en esa materia.
Sostenemos que es fundamental elevar la condición de esa oficina a la importancia que merece en la escala de valores reintegrantes. Sólo así, únicamente así, invirtiendo la escala de valores podemos reconstituir un país desintegrado. Y debemos hacerlo con la urgencia del caso.
Mantengamos la esperanza sin que decaiga el esfuerzo y rogando que ya no sea tarde.
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